LA INFELIZ
Bailaba nada contenta
y hasta era un poco lenta,
vio un chico sonriente
y entonces le peló el diente.
Este hecho le dio risa,
no tenía ninguna prisa.
Pensó: «tal vez sea buena suerte»
y allí le llegó la muerte…
Aún muerta estaba,
molesta diciendo todo esto apesta.
Rechazó su sepultura,
diciendo: «no está a mi altura».
Al llegar, la recibió un difunto
interesado en el asunto.
Con el ojo que le quedaba, le hizo un guiño
y ella con una mueca, le agradeció el cariño.
Todo a su alrededor era lúgubre y gris,
sabía que era una muerta
pero se sentía FELIZ.
Autora: M. Lina Hernández Fuentes
Muy hermosa poesía. Es sonora y musical. Me encanto.
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